
Entender la transformación digital para aplicarla a los negocios (II)
Transformación digital, esa gran desconocida de la que todo el mundo habla, pero no siempre se entiende su significado, y eso que está repercutiendo directamente en el crecimiento económico, el PIB y el empleo. Ya hemos abordado algunas de sus implicaciones, así como el gran reto que supone tanto para el capital humano como para las empresas en un post anterior. Y también hemos explicado algunas de las tecnologías, sin las cuales la transformación digital no sería posible. Porque son la esencia de este proceso, y ninguno debemos obviarlas.
Pero existen otras tecnologías que, al combinarlas, se pone de manifiesto que una estrategia de digitalización adecuada puede resultar en un incremento significativo del balance de resultados del negocio. De hecho, y a modo de ejemplo, las ventas de bienes de consumo a través del comercio electrónico se han multiplicado por cuatro en España, pasando de una cuota de ventas de un 24% a un 109% (según datos de un estudio realizado por Nielsen IQ en julio de 2021).
Por tanto, herramientas como la ciberseguridad son básicas a la hora de realizar esta transformación digital en un ambiente de confianza, como uno de los ‘grandes retos’ empresariales que se han visto agudizados por la pandemia que estamos viviendo. Y es que la ciberseguridad es primordial para generar un entorno de confianza que beneficie al conjunto de la ciudadanía. Se trata además de una prioridad estratégica para la Unión Europea, en un momento en el que los ciberataques, tanto contra las empresas como contra las entidades públicas se han vuelto más fuertes y sofisticados que nunca. En este sentido, tanto la Unión Europea como la Comisión adoptaron en enero de 2020 una hoja de ruta, una “caja de herramientas” para hacer frente común contra posibles ataques a la red, a la vez que se establecen pautas de cómo actuar en la prevención de los mismos, que incluyen desde certificaciones de seguridad informáticas hasta requisitos de ciberseguridad en la administración pública, por ejemplo.
¿Por qué es tan importante esta ciberseguridad? Porque ya no vivimos en un mundo conectado, sino interconectado. Prácticamente todo lo que podamos imaginar es susceptible de conectarse a la red, que a su vez está conectada con otro elemento, que a su vez está conectado a una persona, etc. Es lo que llamamos el Internet de las Cosas (IoT), lo que nos lleva a hablar de otra de las grandes ‘nuevas tecnologías’ que conforman ese conglomerado que conocemos como transformación digital. Se trata de una red de interconexión digital entre dispositivos, personas y la propia Internet que posibilita el intercambio de datos entre ellos, permitiendo que se pueda capturar información clave sobre el uso y el rendimiento de los dispositivos y los objetos para detectar patrones, hacer recomendaciones, mejorar la eficiencia y crear mejores experiencias para los usuarios. Entre los objetos conectados de nuestro día a día se encuentran desde los robots aspiradora, hasta los coches automáticos o los altavoces inteligentes, etc. De hecho, según el Worldwide Global DataSphere IoT and Data Forecast, tendremos unos 41.600 millones de dispositivos conectados para 2025.
En esta interacción de lo real con lo virtual se sitúa la tecnología de la Realidad Aumentada (RA), que permite múltiples aplicaciones, tanto profesionales como cotidianas, de cara a mejorar la experiencia de usuario en la navegación interior o exterior. Una de las más recientes, directamente relacionada con la aparición de la pandemia y el auge del teletrabajo, es la reparación de dispositivos relacionados con la TI. La Realidad Aumentada permite a los técnicos ir guiando a los clientes a distancia durante el proceso, mediante instrucciones sencillas, haciendo innecesaria la presencialidad en la reparación.
Terminamos con otra tecnología digital no palpable, pero que se ha convertido en una tendencia al alza durante los últimos años: el blockchain. Seguro que alguna vez has oído hablar de las criptomonedas. Pues el blockchain es la herramienta de almacenamiento de datos que las hace posibles. Pero ¿Qué es exactamente? Se trata de una base de datos que está protegida tanto por el cifrado como por la descentralización. Con muchas copias repartidas en muchas ubicaciones, todas mantenidas al día simultáneamente, y que sólo permite cambios cuando existe consenso para realizarlos. ¿Y para qué puede utilizarse?
Las respuestas son diversas y dispares. Podría utilizarse incluso para rastrear vacunas desde el punto de fabricación hasta el paciente, o en el caso del blockchain empresarial – también conocida como blockchain privada –, permite guardar información bajo el control de un “propietario” centralizado, que generalmente es la empresa que implementó la cadena. Otro tipo son los NFT, que significa tokens no fungibles; son esencialmente activos digitales (imágenes, música, código, contratos), que, a diferencia del resto, no pueden duplicarse ni copiarse. Existen múltiples aplicaciones y otras muchas aún están por llegar.
Lo que está claro, es que la era digital ya no es un “Matrix” del futuro. Sino una realidad que ha llegado para quedarse.