Cómo ser una empresa sostenible a través del etiquetado
La sostenibilidad es una prioridad para las empresas. Se trata de una parte importante de sus objetivos de negocio, por responsabilidad y convicción y, también, por responder a las demandas de unos clientes cada vez más exigentes. Son muchos los frentes a los que atender en este campo: desde la utilización de energías limpias, hasta optar por materiales y envíos de proximidad, pasando por procesos más eficientes, cambiar a materiales de empaquetado reciclables o realizar compensación de carbono mediante replantado de árboles u obras sociales. También hay gestos más pequeños, y el uso de etiquetas inteligentes y reciclables es uno de ellos.
Entre las decenas de acciones, políticas y estrategias que las compañías pueden llevar a cabo para mejorar sus credenciales de sostenibilidad, se suele prestar poca atención al etiquetado. Se trata de un componente esencial en los procesos de almacén y de transporte que merece la pena tener en cuenta, ya que puede lograr importantes mejoras hasta en tres frentes distintos: ahorro de materiales, reciclabilidad y llamada a la acción.
Empecemos por el primero. Según un estudio publicado por Brother, hasta el 11% de los materiales de etiquetado acaba en la basura, ya sea por errores en los datos impresos, por obsolescencia del producto o por cambios de última hora. Para evitarlo es necesario hacer un uso más racional de las etiquetas e imprimir solo las que se necesitan y en el momento en que se necesitan. La opción sería usar impresoras térmicas que permitan al profesional imprimir bajo demanda sobre la marcha, evitando así muchos posibles errores o cambios de última hora que acabarían con la etiqueta en la basura. Por su lado, las impresoras portátiles facilitan una impresión in situ del elemento a identificar, colaborando también a reducir el desperdicio, al minimizar errores.
También es importante tener en cuenta la reciclabilidad de las mismas. Por un lado, el ‘papel’ o superficie de impresión debería estar compuesto, siempre que sea posible, por materiales biodegradables como la caña de azúcar o la hierba; y por otro, el adhesivo tendría que estar basado en agua para hacer más sencilla su retirada. Esto último no es baladí, recordemos que si la etiqueta de un envase de plástico, por ejemplo, no es reciclable, podría comprometer el reciclado de toda la botella, que solo entra en el proceso si está completamente limpia (dependeríamos de la voluntad del consumidor para retirarla antes de enviar el envase a reciclar). Así, las etiquetas pueden contribuir al reciclaje del envase en general, no solo de ellas mismas.
Más poder para el usuario
Por último, no olvidemos que las etiquetas inteligentes, con tecnología incorporada para ofrecer más información y funcionalidades que un código de barras tradicional, pueden ser una estupenda herramienta para incluir en ellas información que permita a los usuarios finales una mejor gestión de los productos en cuanto a sostenibilidad: pueden arrojar información sobre su huella de carbono, sobre las políticas verdes de la empresa, consejos para su almacenamiento o para reutilizar o reciclar el envase…
Además de todo ello, es importante elegir siempre la tecnología de impresión más adecuada, algo que un fabricante como Brother lleva haciendo tiempo a través de su completa gama de soluciones térmicas de impresión de etiquetas pensadas para el sector logístico. Los 3 años de garantía de serie de la que se benefician todos los productos de la marca, se traduce en unos equipos de gran robustez que perduran por muchos años, lo cual también apoya a la preservación del medio ambiente.
Las posibilidades de ser sostenibles son muchas, y cada gota cuenta. ¿Vas a aportar la tuya?
Si quieres descargar la guía y conocer más sobre la aproximación de Brother al sector del transporte y la logística como experto en etiquetado, consulta este enlace.
